viernes, 30 de agosto de 2013

Travesía Lumbreras - Villoslada

Una de las cosas más importantes para realizar adecuadamente una ruta de montaña es prestar atención a las señales de los caminos. Si el sendero por el que queremos andar no está bien señalizado, corremos la posibilidad de tomar un camino diferente y exponernos a ciertas inconveniencias.

Quisiera empezar mencionando la buena señalización que existe en las rutas que pertenecen a la Sierra  de Cebollera, entre las provincias de Soria y La Rioja. La ruta que comentaremos más adelante queda perfectamente señalizada con marcas cada muy pocos metros.

Esta señal corresponde a las marcas que durante la travesía fuimos siguiendo. Normalmente los colores a los que estamos acostumbrados son diferentes. En este caso está pintadas con naranja y amarillo, en lugar de blanco y amarillo. Posiblemente sean marcas que pertenezcan a rutas del propio Parque Natural de la Sierra de la Cebollera; rutas que por otro lado parecen bastante atractivas (ver senderioja)

Las siguientes imágenes nos muestran señales que muchas veces se han estudiado y visto en papel, pero muy pocas veces se han visto (o las he visto) en nuestra Sierra de Madrid. En una nos indica girar a la izquierda, como bien se puede observar justo debajo de las dos franjas horizontales. Así, también encontramos señales que giran hacia la derecha...








Por último encontramos una señal de mucha importancia para no tomar el camino equivocado en nuestras rutas: un aspa formada por dos franjas, una de cada color. Si en nuestras rutas optamos por ese camino, es obvio que no alcanzaremos el objetivo que nos hayamos marcado.


Y ya al margen de estas orientaciones algo teóricas, pero muy importantes, toca relatar nuestra pequeña travesía. La ruta en sí es bastante asequible y de dificultad baja, ya que no hay muchos tramos de pendiente y la distancia total es de unos 6,5 km, vamos, un paseo. El caso, es que la ruta comienza en el pueblo de Lumbreras, un pueblecito bastante bonito de la zona, con una ermita desde la que se advierten fantásticas vistas del valle del Iregua.





Una vez que hemos bajado del pueblo, nos acercamos a atravesar un puente sobre el que pasa el río Iregua, muy caudaloso y con fuerza, como se puede advertir en la foto de arriba.
Tras pasar este punto, cruzamos con cuidado la carretera y nos disponemos a salvar un pequeño desnivel a través de un bosque de hayas, pinos y servales, tal y como nos dijeron los expertos senderistas del grupo que nos guiaron en esta senda.




Fue en este punto donde varios de nosotros dejamos de prestar atención a las señales y el camino para fijar nuestros ojos en los márgenes de la senda, para encontrar ejemplos de setas. Algunas encontramos, con nombres bastante difíciles de recordar, pero algo aprendimos, al fin y al cabo: si probamos un poquito de una de ellas y notamos un ligero picor, es mejor no seguir comiéndolas; aunque otro aviso: para buscar y comer setas hay que saber cuáles son comestibles y cuáles no, para no llevarnos un gran disgusto.

Después de una leve subida, por fin llegamos a la Laguna de la Nava, la cual tuvimos suerte de encontrar con agua, ya que según nuestros expertos, en verano suele estar bastante vacía, por no decir vacía del todo, debido a la escasez de lluvia y al calor.



Al llegar a este punto merece la pena pararse a observar todo lo que nos rodea. El paisaje sin duda merece la pena unas cuantas fotografías de grupo y paisajísticas, valga la redundancia. El camino que nos llevó hasta la Laguna, continúa recto, bordeando la misma. De todas formas, no es complicado volver a retomar el camino ya que las señales están bien colocadas y son fáciles de ver






El último tramo de nuestro camino ya nos llevaba por un trecho que discurría por un bosque bastante poblado y en el cuál se podía escuchar el eco de nuestras conversaciones y risas. En este bosque es donde se encuentra parte de una calzada romana, como las que tenemos en nuestras sierras y montañas.



Este último tramo apenas es complicado, siempre de bajada, pero teniendo cuidado de donde poner nuestros pies: las calzadas romanas llevan muchos años construidas y las piedras nos pueden causar algún que otro susto en nuestros tobillos. Al acabar este sendero, por fin llegaremos a una última señal, indicándonos el final de la ruta y la merecida cerveza servida en porrón.




Antes de acabar la entrada, quisiera dar las gracias a los que nos acompañaron en esta ruta, y a los buenos consejos e ideas que nos dieron durante todo el recorrido.


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