viernes, 18 de abril de 2014

De copa a copa y tiro porque me toca

Nunca antes había experimentado una ruta por la montaña, en la que el intercambio de saludos cuando te cruzas con otros amigos de la naturaleza cambia radicalmente de un entrecortado "Hola", a un apasionado "Hala Madrid". Sí, amigos, qué valor subir a la sierra después de un buen resultado de fútbol, sobre todo para los madridistas, que nos crecemos enseguida jajaja; pero no veáis lo bien que sienta (sin ofender a otros que no comparten estos sentimientos futboleros, por supuesto).

La noche anterior a la excursión, como bien sabéis, comenzó bien para muchos merengues, viendo cómo se conquistaba un nuevo título...El día de la excursión ya empezaba a denotar buenas sensaciones.

Comenzamos a eso de las 9.00 de la mañana en nuestro punto de encuentro, del que nos enteramos luego que cerraría. Me refiero, como no, a Hislibris Tabernae, que nos dejará un hueco vacío, creo yo. En algo más de una hora, el coche de un servidor no es un avión sino un simple coche rojo, entrábamos en el Parque Regional de la Cuenca Alta del Manzanares y disfrutábamos de un relajado café, té verde con pan tumaca (celebrando no sé el qué jajaja) y no me acuerdo qué viandas más en el conocido bar del aparcamiento de Canto Cochino, que empezaba a atestarse de gente de todo tipo: niños que se iniciaban en la escalada, grupos de corredores, chicas bien arregladas que suponemos que íban a tomar el sol...y por supuesto excursionistas de todas las edades y tamaños (creo que a los perros también se les puede incluir en este último grupo).

Decidimos andar con las fuerzas recargadas un pelín tarde y con algo de miedo por si el sol de justicia que nos caía encima nos fuera a desgastar y aprovechamos la primera oportunidad para sacarnos una foto de esas que podrían decorar cualquier escritorio de ordenador.

La verdad es que es bonita y quedamos bien, salvo el pirata ese que se ha colado jajaja... Nada más atravesar el puente cogimos el camino que sale a la derecha y que nos lleva a una pradera espectacular para atravesar de nuevo otro puente de madera, esta vez más pequeño que el primero.

Justo ahí, decidimos subir por el camino que se nos abría enfrente y que entre pequeños arbustos, y demás vegetación característica de la zona, fuimos ascendiendo y ascendiendo, salvando un desnivel bastante interesante en poco más de 45 minutos. En este punto, cuando llegamos a una praderita bien simpática, descansamos para tomar aire, algunos cacahuetes y agua, ya que el sol empezaba a ser un poco molesto. 

He de recordar que la Pedriza es un sitio espectacular, pero en verano se convierte en un horno...Por eso es bueno plantear las excursiones en primavera o en otoño, cuando el calor, se supone, no es tan asfixiante.

En la primera pradera a la que llegamos nos detuvimos en sacar fotos de todos los sitios y puntos de vista diferentes.


Y tras recuperar el aliento, tomamos un camino ascendente que nacía a la izquierda y que nos llevó en una media hora más hasta la segunda pradera, desde donde se puede contemplar la inmensa mole de granito, salpicada de escaladores, que iba a ser nuestro principal objetivo. En esta segunda subida es importante saber que al poco de iniciarla hay una fuente, con agua limpia y fresca, ideal para recargar cantimploras.

La vista desde la base de El Yelmo es espectacular y merece la pena descansar, tomar aire y contemplar aquella maravilla de la naturaleza.

La ascensión hasta lo más alto de esta montaña ha de hacerse por un camino que sale desde la izquierda, bien señalizado y de fácil visibilidad. No es una subida muy larga, de hecho se me hizo bastante corta, hasta que llegas a la grieta de El Yelmo, famosa por su espectacularidad y cierta dificultad. Si hay suerte, es probable que encuentres poco tráfico de subida y bajada (sólo se puede hacer en una dirección), como fue nuestro caso. 

Es en estos momentos donde te ves como piojo en costura, apretado entre dos paredes de roca y donde te tienes que desenvolver con soltura para salvar el obstáculo. Algunos cometimos el error de subir con mochilas. Si son pequeñas y no pesan demasiado creo que es fácil de hacer; de lo contrario te puedes ver en más de un pequeño apuro. 




Maca se quedó abajo porque le fallaron las fuerzas en las piernas en el último momento; en cambio nosotros tres continuamos nuestra andadura como pequeñas lagartijas hasta que subimos al vértice, infestado por una nube asquerosa de mosquitos sedientos de sangre. Nos detuvimos un poco para hacer las fotos de rigor en el vértice y por los alrededores y decidimos bajar para no hacer esperar demasiado a nuestra compi de aventuras.

El camino de vuelta por la grieta también nos dejó algún pequeño susto, y un servidor comenzó a notar pinchazos en las piernas y en los brazos por el esfuerzo realizado. Aún quedaba casi la mitad de la excursión y convenía guardar fuerzas, así es que descendimos la pequeña pendiente para terminar comiendo en la pradera donde anteriormente estuvimos respirando. 

El galope de lo que parecían cien caballos al menos, y eso que sólo era un perro, nos tenía casi absortos, pero el hambre pudo más que aquella distracción perruna y tanto Pane, como Gema y como Maca degustaron sendas ensaladas de pasta y arroz, salvo yo, que soy feliz con mis bocatas de chorizo, paté y cacahuetes. Una siesta algo reparadora nos devolvió las fuerzas y continuamos nuestras andanzas bordeando todo el macizo de El Yelmo, atravesando por formas curiosas y peculiares de las rocas...

La foto de la derecha me recuerda a un elefante, pero será mejor que no me hagáis caso, jaja aunque el mal de altura no nos hizo demasiada mella, y no sé por qué, mi imaginación puede hacer que lo que parezca un elefante sea cualquier cosa menos eso.

El camino de bajada se hizo suave y, a pesar de llevar las piernas cargadas, un buen ritmo de descenso nos llevó a contemplar el bautizado como Brutalpoint, debido a la espectacularidad del paisaje y del color de las rocas. En más de una ocasión me sentí como si fuera un pequeño hobbit, con miedo a que algún orco pudiera sorprendernos, oculto entre las rocas.



En poco tiempo llegamos hasta el Collado de la Silla o de la Dehesilla, y desde ahí en poco más de una hora llegamos hasta el aparcamiento, bajando por un sendero que se nos hizo un poco largo, con el sol golpeándonos en la cabeza y siguiendo el margen del río, sí, el río Manzanares, el mismo que cruza Madrid.

En esta bajada empezaron a ocurrir cosas impensables y todas seguidas. El cansancio y el calor ya empezaba a pasar factura y después de llegar a El Tolmo (foto de la izquierda), pasó lo que nunca debería pasar.

A la altura del refugio Giner de los Ríos hay una fuente. Nos paramos a tomar agua y a refrescarnos y cuando Pane se lavó la cara y se dispuso a ir al baño, el resto nos fuimos... No caí en la cuenta en que Pane tardaría mucho en alcanzarnos, ya que es un tipo todoterreno y avanza rápido y sin cansarse (a veces pienso que es un robot)... El caso es que tardó demasiado y ninguno tenía cobertura en los móviles, lo que me recordó en hacerme con un par de walkies como los que usamos en La impermeabilidad es un mito, por cortesía de Rubén, así como una mega batería de esas que puedes tirar de ella para asegurar. Cuando llegamos al punto final de la ruta, Pane seguía sin aparecer y me temí lo peor, porque yo ya me había caído antes en un descuido, así es que fui en busca de cobertura y como no la encontré, al regresar me topé con él. El muy jodío se había parado a hablar con un amigo, con una familia, con un extranjero con gorra de Australia que parece ser que le preguntaba lo mismo a todo aquel con el que se cruzaba, y además...¡se dio un remojón en el río!

Terminamos estirando (si, yo estiré, al menos una milésima parte de lo que hizo Pane), después de tomarnos un último refrigerio y nos marchamos cansados, contentos y felices después de saber que el esfuerzo había merecido la pena.

Sin más decir que siempre es un placer vivir estas aventuras y reírnos de todo. Gracias a los tres por participar en esta mega excursión...Y para variar, os dejo los datos y el perfil guardados en wikiloc...

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