jueves, 19 de noviembre de 2015

Diversión entre riscos

Quisiera comenzar esta nueva entrada del blog dando las gracias al grupo de monis que fueron los encargados de que pudiéramos realizar esta gran actividad y sobre todo a Pane, que fue el cerebro de todas las gestiones: buscar las fechas, mover a la gente, coordinar las inscripciones; y al final no pudo hacer el curso con nosotros. Sí, el curso. Esta grandísima gente quedó en regalar a un servidor un pedazo curso de montañismo avanzado, impartido por la Federación Madrileña de Montañismo, por mi cumpleaños; y la verdad es que me encantó la idea.

Comenzamos el pasado miércoles con una sesión teórica sobre cabuyería (el arte de hacer nudos con cualquier material), donde aprendimos cosas tan interesantes como el tipo de cuerdas de escalada, sus dimensiones, su índice de abrasión y resistencia; y sobre todo, nudos. Todo tipo de nudos: el ocho, el doble ocho por chicote (que es el extremo/cabo de una cuerda), el doble ocho enfrentado; el doble ocho con seno, el vallestrinque y alguno que otro más que seguro que ya se me ha olvidado.

Jesús, nuestro profe, fue bastante paciente con nuestras preguntas y nuestras torpezas (sobre todo las mías) y nos emplazó al sábado por la mañana en la Sierra de la Cabrera. Quedamos prontito y después de retomar de nuevo la clase teórica de los nudos, nos pusimos manos a la obra a buscar puntos de fortuna (rocas, árboles, riscos...) donde poder asegurar con cuerdas a nuestra expedición si se diera el caso. 

Antes ya nos habíamos "disfrazado" de escaladores con arnés, mosquetones y varias cintas y cordinos, Parecíamos unos árboles de Navidad bastante curiosos y originales con tantos colgajos pendiendo del porta material del arnés. Nos colocamos nuestro casco de Calimero, (siempre hay que ir con seguridad en este tipo de actividades), y ale, a por la aventura.

La mañana discurrió con normalidad, asimilando todo tipo de instrumentos y nudos. Nuestra pericia en cabuyería avanzaba y ya después de comer, nos tocó poner en práctica aquello de hacer ensambles de dos y tres personas; esto es, valga el símil, ir encordados mientras el primero va poniendo elementos de seguridad y el último los va quitando. Ali, Ricardo y yo formábamos uno de los grupos y Ainhoa y Marivi el otro. No se nos dio mal y después de un par de intentos acabamos sudando y con algo de cansancio. 

El día lo terminamos montando un rapel y descendiendo una pequeña caída vertical. Bastante curioso es la forma de unir todo tipo de cuerdas, cestas, mosquetones y demás instrumentos.
A simple vista parece demasiado complicado de entender, pero después de repetirlo varias veces y tras pensar que si no está bien hecho puedes picar billete, más vale prestar atención.


Terminamos nuestra primera toma de contacto casi casi al anochecer; estábamos con el subidón después de la buena experiencia que habíamos tenido y nos despedimos hasta el día siguiente, domingo, pero esta vez en el Puerto de Navacerrada.

Llegó el día siguiente y con algunas agujetillas, tomamos el camino que sube hacia la Maliciosa por la Bola del Mundo y nos paramos en una de las primeras praderas que hay repletas de peñascos. Fíjate que después de haber pasado por ahí infinidad de veces, nunca había pensado que pudiéramos hacer prácticas de trepadas con cuerdas en aquella zona.

Nos repartimos el material del día siguiente. Jesús nos enseñó a atarnos bien el material del arnés y dejamos de parecer graciosos árboles de Navidad: ya eramos casi escaladores semi expertos. Comenzamos repasando unos pocos nudos y comenzamos a buscar puntos de reunión en una trepada. Estos puntos son los más fuertes y, tras un ensamble corto o largo, podemos esperar a los miembros de la expedición, sobre todo por si nos hemos quedado sin material al ir asegurando a nuestros compañeros. El tema de buscar puntos de reunión fue gracioso, porque hasta este momento yo al menos no me había parado a observar de cerca las rocas ni a comprobar su fiabilidad. En eso consiste también las trepadas, en ir certificando, como diría Jose, cualquier tronco grueso o roca bien puesta.

Continuábamos avanzando en nuestros progresos y fue entonces cuando Jesús nos enseñó a asegurar al compañero de abajo mientras el primero sube; y asegurar al segundo estando el primero ya en la cima de la trepada (lo entendéis no? jajajaja). Hicimos grupos y elegimos algunas grietas para poder escalar un poquito y que llegara la acción. Ali se quedó con el profe, Ainhoa con Marivi y Ricardo y yo fuimos el tercer grupo. 
No se nos daba mal y nos turnamos. Ali decidió trepar una pared considerable. Acompañada del profe, ví que empezaba a ascender y a colocar cuerdas, friends, fisureros y demás artilugios entre las grietas de las rocas. Yo no lo ví, pero dicen que se asustó un poco, supongo que de la altura. 

He de reconocer que a mí también me entró el canguelo, sobre todo cuando veáis la foto donde se nos ve a Ricardo y a mí en lo alto de una roquita cual cabras, al menos yo lo parecía. 

Ali siguió escalando y escalando y llegó a la cima de la vertiente que había decidido escalar. Ainhoa y Marivi se perdieron de mi vista, nosotros estábamos más bien expuestos y algo nerviosos.

El caso es que no habíamos reparado en cómo bajar después de alcanzar nuestros objetivos. Era algo que tenía guardado el profe porque no nos lo dijo (al menos yo no lo recuerdo). Pero sí, efectivamente teníamos que bajar haciendo rapel.

Ricardo y yo nos lo tomamos con calma, sobre todo yo, que de los nervios al estar colgado, me fumé un piti más feliz que una perdiz (guardando, por supuesto la colilla para no estropear el monte).  Vino Jesús y nos ayudó a montar el rapel, porque la vertiente por la que teníamos que bajar era algo peculiar y se te ponía mala cara solo con mirar hacia abajo. 

Nos dispusimos para ello y la verdad es que la experiencia fue brutal, porque era un rapel mucho más grande que el que hicimos el día anterior y con algo de dificultad, porque en un momento dejabas de tener apoyo en uno de los pies y tenías un poco más de aventura. La ocasión lo merecía y salieron unas fotos bastante chulas:











Las chicas también hicieron rapel para bajar de sus cumbres. Ellas solas montaron el rapel, obviamente el profe comprobó que todo estuviera en su sitio para que pudieran bajar sin problema. Esta vez sí que pondré las fotos de ese rapel porque salieron increíbles. A estas alturas ya teníamos casi interiorizado el mecanismo de nudos y demás cosas y sobre todo la técnica para rapel, que aunque parece demasiado fácil, hay que tener algo de coordinación entre la mente, las manos y las piernas, a riesgo de hacer la croqueta o voltearte.








Ya iba siendo tarde y nuestros estómagos nos pedía comida, así es que paramos a comer. Se estaba la mar de gusto sentados en una roquita, con el sol en la cara y comiendo nuestros manjares. No dejamos mucho tiempo a la pereza y, tras coger de nuevo las mochilas y el material, nos fuimos buscando una nueva vertiente donde hacer un pasamanos, un sistema de cuerdas que podemos montar en aquellos pasos de montaña algo expuestos, o simplemente para ayudar a aquellos que vayan con nosotros y que tengan algo de miedo o no se vean con fuerzas. El pasamanos nos resultó más atractivo porque lo hicimos en grupo, todos a la vez, bien coordinados. Marivi, Ali y Ricardo iban buscando lugares donde colocar nuestros puntos de fortuna, y Ainhoa y yo íbamos colocando y tensando la cuerda, que sería el pasamanos. 

El tiempo se nos echó encima y el atardecer nos sorprendió, regalándonos impresionantes vistas que no tardamos en retratar. Aunque no se nos vea bien, ahí estábamos después de todo; después de dos días intensos llenos de muchas buenas y nuevas experiencias.

Nos despedimos más adelante, ya en el aparcamiento, haciendo el propósito de volver a quedar para repasar todos los nudos, la técnica y demás cosas que aprendimos durante el fin de semana. La apuesta de las cervezas y los mosquetones (cada vez que alguien se dejaba un mosquetón abierto, siempre que estuviera trabajando en seguridad, se anotaba una cerveza) la tuvimos que cancelar por lo tarde que era. Aún así creo que hicimos bien, porque perdimos el recuento de cervezas al medio día del domingo, por lo que hubiera sido peligroso coger el coche después.

Si he comenzado la entrada dando las gracias a este fantástico grupo, quisiera terminar dando las gracias a Jesús, nuestro profe, por la inmensa paciencia que tuvo con nosotros todo el fin de semana y por la transmisión de tantos conocimientos sobre montaña y montañismo, que seguramente pondremos en práctica antes the winter is coming .








Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...