martes, 31 de diciembre de 2013

Dancing on ice

Por si alguno aún no se había dado cuenta, el hielo resbala; que no es lo mismo que decir que el hielo me resbala; hay una gran diferencia entre estos dos matices. No es que fuera la primera vez que lo comprobásemos, pero la excursión a la Najarra, la de ayer, 30 de diciembre, estuvo repleta de momentos graciosos y sustos varios. 

Comenzamos la excursión quedando en Hislibris Tabernae, un gran refugio donde poder relajarse leyendo un libro y disfrutando de un buen café o lo que se tercie, a eso de las nueve de la mañana y con una sensación térmica que ya nos hacía presagiar que calor no era lo que íbamos a pasar durante el día. Después de debatir los posibles problemas de nuestros coches, decidimos que montarnos en el "avión" de Pane sería lo más acertado (aún sin saber que las ruedas las tenía que haber cambiado hace poco). Una hora más tarde estábamos situados en el puerto de la Morcuera, al que se llega desde Miraflores de la Sierra, siguiendo la M-611.


En el propio puerto esperamos a las dos últimas incorporaciones de la excursión y los cinco, Pane, Alicia, Inés, Javier y yo nos aventuramos hacia el comienzo de la travesía abrigándonos bien y con energías renovadas.

Para comenzar la ruta, subimos un poquito el puerto hasta llegar a nuestra primera encrucijada de caminos; una cancela nos puso en entredicho y ahí es donde decidimos subir siguiendo una valla en el lado izquierdo para, en dos kilómetros, salvar todo el desnivel máximo de la excursión.

La senda, por decir algo, estaba más bien oculta y entre pisadas casi inseguras a través de la nieve congelada fuimos ascendiendo poco a poco a buen ritmo, a pesar de estar más concentrados en poner nuestros pies que en ver las vistas que nos rodeaban...Aún así aprovechamos para sacar algunas fotos bastante interesantes de las montañas de alrededor.




Pasada una hora ya habíamos alcanzado un pequeño collado entre rocas, peligrosamente resbaladizas por el hielo; y media hora más tarde ya veíamos la cumbre que queríamos alcanzar.



A pesar de la nieve y el temible hielo pudimos coronar en mucho menos tiempo del que habíamos pensado en un primer momento y atestiguamos ese momento con fotos, fotos y más fotos, aunque sólo pondré dos de ellas...




A partir de este momento comenzamos nuestro peculiar baile. El tramo de subida lo habíamos utilizado para calentar aquellos músculos que luego íbamos a ejercitar con mayor presteza, sobre todo aquellos situados en cierta parte reservada para nuestras posaderas. Después de tomarnos un pequeño tentempié en la cima y de subir un par de peñascos para contemplar las vistas hacia la ciudad de Madrid, continuamos nuestra aventura por la cresta de la montaña, terriblemente marcada por una placa de hielo bastante graciosa. 
En ese momento algunos nos convertimos en patos y otros decidieron que lo mejor era comprobar si el hielo estaba realmente frío o era un mito. Lástima que ninguno de los cinco pudiera hacer ninguna foto; aunque sí quedó patente la espectacularidad de las vistas... Realmente las fotos parecen bastante más peligrosas de lo que eran en realidad, pero con cierto cuidado y con uno o dos bastones se podía salvar sin peligro. 

Tras reírnos un rato continuamos hacia por la cresta hasta que encontramos el refugio que da nombre, o más bien lo copia, de la montaña, la Najarra. Es un refugio bastante deteriorado y que algunas asociaciones intentan recuperar ya que es un bien público para todos los que amamos este deporte. Aun así, alguien dejó preparada una copa de champán para brindar esta noche y decidimos dejarla en el propio refugio, siempre hay gente "rara" que decide despedir un año rodeado de naturaleza y espectaculares vistas.




 Una vez que contemplamos de nuevo todo el panorama decidimos bajar un poco a traviesa, siguiendo las indicaciones de Javi, que para eso era el mayor experto del grupo. Si un servidor hubiera tomado las riendas de la excursión habríamos acabado como una de las últimas fatídicas entradas: "El cabezota de la Braña".

El camino de bajada también fue algo peculiar y fue entonces cuando Alicia consiguió empatar a Pane en caídas, y por mucho que se habló, el resultado final fue de 2-2, aunque Alicia, justo cuando estabámos a punto de acabar la ruta, y estando el camino casi sin nieve, decidió arriesgarse y volvió a patinar....¡Lástima!. Continuando con la bajada, dimos con el camino marcado con marcas blancas y amarillas, un PR, que nos llevó hasta la cancela que dejamos al principio de la ruta, pasando antes por un dique maravilloso (nunca antes había visto uno tan grande desde tan cerca), y de unas plantas que al parecer están en peligro de extinción y de nombre realmente complicado de recordar




Al final llegamos sanos y salvos al puerto de la Morcuera donde nos esperaban los coches y bajamos al pueblo de Miraflores a tomarnos nuestro merecido premio: café, caña, cola-cao, y cuatro fantásticos brownies, mientras Alicia nos deleitaba con sus azarosas experiencias con el horno cuando se dedica a hacer bizcochos.

Aprovecho esta entrada para dar las gracias, una vez más, a todos los que siempre colaboráis en hacer que cada excursión sea única, con vuestra experiencia, vuestros comentarios y vuestro gran sentido del humor; mencionando a aquellos que no pudieron venir pero que seguro que se unirán en la primera ruta del 2014; y dando la bienvenida a este blog a Alicia, Inés y Javi, nuevos compañeros de aventuras.

Termino anunciando un nuevo avance en las actualizaciones del blog... ¡Podréis seguirnos en Wikiloc, y más adelante en Everytrail, además de en Facebook!


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