jueves, 25 de septiembre de 2014

Castores en el río Lozoya

Supongo que aún seguirás con una media sonrisa porque la rima en sí tiene gracia, pero aunque esta crónica relata el paseo hasta las cascadas del Purgatorio que pertenecen al río Aguilón, lo de Lozoya... Era para despistar, jajaja.
Y como tal, elegimos el pasado domingo para, una vez más, disfrutar de los paisajes que nos ofrece nuestra sierra, y en concreto una zona que un servidor no tiene para nada pateada, como es la zona de Rascafría y sus alrededores.

Los comienzos de nuestras quedadas suelen ser parecidos aunque he de mencionar que esta vez hubo dos aspectos que podrían diferenciarse de las anteriores: uno, que fuimos en un coche rojo, algo descascarillado y cuya velocidad punta solo es de 120; y dos, que esta vez sí que fue "¡Vamos a tomarnos un té!", aunque para variar fui el único que llevó la contraria y tomé mi riguroso y calentito café con leche.

Entre risas, comentarios, planes de actuación para alumnos con necesidades educativas especiales, fichas de trabajo (en este punto Pane y yo casi habíamos desconectado para ponernos al día), metodología, más risas, más comentarios y más fichas, nos dirigimos hacia el monasterio de El Paular, previa parada en una gasolinera para recoger a Natalia.

Aparcamos en el parking del monasterio y pasado el puente del Perdón, continuamos por una pista forestal desde donde se empezaban a ver imágenes ciertamente bonitas.
Las previsiones del tiempo nos habían jugado una mala pasada y a pesar de llevar chubasqueros en las mochilas, como podéis ver el cielo estaba bastante más que despejado, cosa rara a pesar de las lluvias que anunciaban. 

El camino en sí no nos estaba ofreciendo mucha dificultad, así es que paramos debajo de la sombra de un gran árbol para poder escuchar la melodiosa voz de Pane a la hora de cantar el cumpleaños feliz, versión venezolano. Ese mismo domingo fue el cumpleaños de Guillermo, el gran y optimista voluntario, aventurero y buena persona que nos acompañó en la última ruta, "Caminante no hay camino", y al que felicitamos al modo español, como colofón a la gran interpretación de Pane (siempre desde el cariño, claro...).

Antes de todo eso ya habíamos pasado las piscinas de las Presillas, lugar popularmente conocido en verano por: enjambres de niños y niñas que tienen silbatos en lugar de cuerdas vocales y van en campamentos de verano; lugareños y montañeros avezados, que se atreven a probar sus aguas; y nos habíamos parado a comer algunas moras (Nota mental: coge siempre las de color negro de arriba, están más dulces y no huelen a pis de animal), como podéis ver en la foto de la izquierda. La nota mental viene al hilo de la explicación de Seyla: "¿Tú te bañarías en la playa al lado de unos niños?" El caso es que estaban demasiado ricas para dejarlas ahí colgando y tuvimos que reprimirnos un poco para no cagarla y liarla parda.

Después de estas dos paradas y unos cuantos kilómetros más comenzamos a ver demasiada gente por nuestro mismo camino. No recuerdo una excursión donde me tuviera que parar en mitad del camino para dejar pasar a los que bajaban. En fin, era domingo y por supuesto, ellos también estaban allí, sí, sí, esos mismos, una palabra que empieza por domin y acaba en gueros, como la ciudad donde teníamos que recoger a Natalia y que Seyla dijo que empezaba por Alcobendas.

El caso era que ya estábamos llegando hacia nuestro objetivo final y del cual pudimos obtener ciertas y bonitas instantáneas:




Y fue aquí cuando ellos, los mismos de antes, hicieron acto de presencia, acompañados por unos cuantos niños de esos que, por casualidades de la vida, también tienen silbatos en lugar de cuerdas vocales (¿irían en verano ellos allí también de campamento?). Nosotros, a lo nuestro...

Que si una foto aquí....Ahora otra por allí...Ahora decido ser el más loco de todos y me descalzo para ir subiendo piedra a piedra hasta llegar a la cascada más grande... Que si ahora miro cómo un grupo de chinas, coreanas, filipinas, japonesas, tailandesas.... Bueno, asiáticas, se daban un atracón de comida regada con una señora botella de vino... Que si me entretengo en ver cómo varios perros de diferentes colores y tamaños se afanaban por trepar por las piedras con las pezuñas mojadas... El caso es que nadie o casi nadie reparó en que ya habían llegado (ellos) y que se disponían a hacer una dominguerada (término que me acabo de inventar ahora mismo y como estoy de subidón, pues lo coloco aquí...).

Nosotros ya habíamos decidido poner término a nuestras fotos, a nuestros momentos de reflexión y observación del entorno natural, perruno, asiático y demás; nos habíamos colocado en una especie de plataforma o mirador (llámalo troncos y maderas malamente puestos y ensamblados con clavos oxidados), cuando observamos en silencio cómo dos de ellos comenzaban a hacer un camino de piedras emulando a los castores, para que sus hijos y demás familiares pudieran cruzar hasta el otro lado del río. El caso es que la primera vez que les vi pensé que habían visto un pez o algo así que les había llamado la atención, pero no, estaban haciendo una especie de puentecillo con piedras. No se habían dado cuenta que cinco minutos después de colocar algunas piedras, sus hijos ya habían cruzado al otro lado y les esperaban sentados...¡Qué rabia, oye, esto de ser castor. No valoran el trabajo de uno!

Así es que con esa sensación de desahogo y de incredulidad fuimos fijándonos en las piedras para "acampar" y reponer fuerzas. Mientras Natalia, Bego y Seyla disfrutaban de sus manjares y comentaban más aspectos laborales (aún tendrían más tiempo en la bajada), Pane y yo nos fuimos a hacer el loco... Bueno, lo hizo él, yo solamente me dediqué a inmortalizarlo con el móvil y este fue el resultado...





Conseguimos que llegara sano y salvo a la hora del tentempié y, tras un mega tupper de arroz (con toque especial del padre de Pane), diversos bocatas y viandas y una reconfortante siesta, nos encaminamos a descender hacia donde estaba el coche. El camino de vuelta fue ligero y cómodo y sólo nos sorprendió un grupo de monjas que estaban en corro junto a varias familias en la zona de las Presillas. Ya en el aparcamiento donde habíamos dejado el coche aquella mañana, hicimos nuestros respectivos estiramientos (sí, yo también los hice aunque fueron tres), nos dejamos un bastón apoyado no sé donde (Bego, no te preocupes, en el Decathlon por suerte hay más) y nos dirigimos hacia Rascafría a tomarnos un café... Bueno, ya sabéis que es un decir porque ese café se transformó en cuatro limonadas caseras con un toque de hierbabuena y un té; en "La flaca", un sitio peculiar y con una carta de postres alucinante.

El camino de vuelta a Madrid iba a ser largo, ya que nos encontramos una gran caravana nada más coger la A-1, pero ahí estaba puesto en el coche el gran disco de un gran amigo y cantautor, Quique Parodi, que nos amenizó media hora (que es lo que dura todo el disco). Tuvo que ser gracias a Parodi, porque las retenciones al final no fueron demasiadas y conseguimos llegar a esa ciudad que empezaba por Alcobendas, y después a la noble zona del añorado Hislibirs Tabernae.

Termino dando las gracias como siempre a la gente que nos acompaña (a mi físicamente y a José mentalmente) en nuestras rutas y sobre todo a los participantes de ésta, Pane, Bego Natalia y Seyla... Espero poder veros en la siguiente, con mucha seguridad el pico del Nevero, y seguir compartiendo estos momentos tan agradables. Os dejo con los datos de la ruta en Wikiloc:

sábado, 6 de septiembre de 2014

"Caminante no hay camino..."

....Se hace camino al andar". Gran frase de un gran poeta como Antonio Machado, que me sirve como entrada para comentar lo vivido en la última ruta realizada por este especial grupo de personas. Al margen de realizar excursiones con el fin de tomar aire puro, desentumecer los músculos saturados del estrés de la ciudad (aunque todos o casi todos venimos de las vacaciones y no hay excusas...), o dar un tranquilo paseo por los caminos y senderos de nuestra montaña; al margen de todo esto, aprovechamos también nuestras excursiones para buenas causas como ésta que estáis leyendo. 
Por este motivo quiero mandar todo el apoyo y el ánimo posible a un grupo muy especial de personas que intentan superarse día a día en su enfermedad, y a aquellos que les hacen la vida más fácil. Es por eso que esta excursión se medio planteó como un último entrenamiento para aquellos que en breve harán un Camino de Santiago algo especial.

Con este propósito nos encaminamos a realizar una excursión ya planteada con anterioridad y de la cual no se tienen registros aún, puesto que fue imposible redactarla. Además sirvió también para añadirla a la lista que tenemos en  desietepicosacamorritos en Wikiloc.

Comenzamos tomándonos el café de rigor y sobre las diez menos cuarto nos encaminamos hacia el Parque Regional de la Cuenca Alta del Manzanares donde habíamos quedado con Rubén. El camino se nos hizo corto, ya os imaginaréis por qué, y justo cuando estábamos llegando, Rubén nos avisó que el acceso al Parque ya estaba lleno, por lo que optamos por andar desde la entrada hasta el collado de Quebrantaherraduras, que es donde habíamos pensado dejar el coche en un primer momento. Esa parte de unos 3km., no se nos hizo demasiado pesado, algunos tramos por bosque y otros por carretera; y en poco tiempo alcanzamos el mencionado collado.


El camino comienza con unas escaleras y va ascendiendo ligeramente, mientras por la derecha comienzan a verse espectaculares paisajes de la cara más famosa de la Pedriza, desde donde se atisba de manera fantástica la mole de el Yelmo y las Torres de la Pedriza.

Esta primera parte se hace fácil puesto que no hay demasiadas rampas a tener en cuenta y de forma llana, vamos avanzando de manera rápida.

Una vez que terminamos de atravesar un pequeño bosque, una pista forestal se cruza en nuestro camino y vemos una espectacular cuesta que nos hace presagiar (algunos ya nos la conocíamos) la dificultad del siguiente tramo.

Justo antes de seguir subiendo decidimos parar a tomar un refrigerio, y ya de paso comentamos algunos aspectos de nuestras vidas, como nuestros trabajos o el proyecto de Menudos Corazones que se va a llevar a cabo en breve. Guillermo, un nuevo fichaje para este loco grupo de la montaña, y Pane son algunos de los monitores que acompañaran al grupo de chicos en el Camino y por lo tanto nos informaron sobre todo lo que ya tenían preparado.

También nos ayudó esta parada a reflexionar sobre la eficacia de la memorización de las tablas de multiplicar y la resolución de problemas matemáticos y no tan matemáticos de nuestra vida. Sin duda el mal de altura o comenzaba a hacernos mella o es que definitivamente estamos locos de remate, jajaja.
Después de descansar y tomar oxígeno, comenzamos a subir y ya pronto nuestras piernas comenzaron a notar la dificultad de la senda. Entre las sombras del bosque se oían nuestras pisadas y resoplidos y un pequeño mirador a nuestra derecha nos "obligó" a pararnos para deleitarnos con la maravilla de las vistas. Las fotos las incluiré más adelante porque el primer mirador con el que nos encontramos se hizo muuuuucho más grande y fue ahí donde nos paramos más tiempo para retratar nuestros cuerpos serranos y de paso "adoptar" a una perrilla que también quería ser protagonista de nuestra hazaña y de nuestro propósito.



Desde estas impresionantes piedras ya podíamos ver casi casi el final de nuestra ruta.


Nuestra senda llaneaba y ligeramente iba ascendiendo hasta llegar al Collado de las Vacas, desde el cual ya sólo nos quedaba un último repecho entre el final de la ruta y nosotros.

 Ante todo hay que decir que el año pasado realizamos esta misma excursión y justo llegando al final, un par de montañeros nos "picaron" a Pane y a mí y nos convencieron para subir a la Maliciosa, la cumbre famosa que se encuentra al lado de La Bola del Mundo. Esta vez no fue así y decidimos quedarnos donde hubiéramos acabado el año pasado... en la "Maliciosa baja", cumbre que debe ser que solo aparece en mi guía de excursiones.

Cuando por fin llegamos hasta nuestro escondrijo, nos paramos a comer toda la clase de viandas que habíamos cargado en nuestras espaldas. Mencionar, como no, la super ensalada de pasta de Pane, ya conocida en rutas anteriores. Mientras seguíamos descansando y reponiendo fuerzas, algo llamó nuestra atención a nuestra espalda...Por una pequeña ladera vimos como tres mujeres de una cierta avanzada edad (todos calculamos que mínimo tendrían unos 50 años) empezaban a bajar y con paso firme decidían continuar. Les miramos a ellas y luego nos miramos nosotros y creo que nadie pudo decir nada por vergüenza propia...Al menos yo reconozco que no me encuentro en mi mejor forma.

El cielo comenzó a cubrirse de nubes bastante negras como las de la imagen y tras tres avisos en forma de trueno, nos decidimos por recoger rápidamente y comenzar a bajar.
La primera bajada fue algo más complicada por la pendiente y por las rocas, algunas resbaladizas por la arenilla, y otras porque no estaban del todo agarradas al suelo. No nos costó demasiado y al llegar al Collado de las Vacas nos encontramos con las tres mujeres de antes, que habían parado para reponer fuerzas.
Les despedimos y continuamos nuestro descenso mirando más hacia las nubes negras que íbamos dejando atrás que hacia el camino que teníamos que recorrer, haciendo paradas obligadas para inmortalizar uno de los propósitos de esta ruta.




Recorrimos el camino de bajada a buen ritmo y casi al final del todo, Rubén y yo nos dimos cuenta que el resto no nos seguía. Volvimos sobre nuestras pisadas y fue entonces cuando nos enteramos que Pane había decidido comprobar el estado del camino y la dureza de las rocas. Le vimos como una herida ya curada por una tirita en la pierna derecha. No le dimos más importancia, pero cuando nos dijo que esa misma tarde ya en Madrid o al día siguiente le habían dado tres puntos al menos yo pensé que el camino había quedado destrozado, eso por lo menos.

Ya en el collado de Quebrantaherraduras la mente nos hacía pensar en el coche, y teniendo en cuenta que casi no teníamos agua en nuestras cantimploras, intentamos apretar el paso lo máximo posible. He de decir que en esta excursión es necesario llevar al menos dos litros de agua por cabeza en verano y aunque no habíamos reparado en este aspecto, seguro que no se nos vuelve a olvidar más.

Cuando llegamos al coche y dejamos todas las cosas en los maleteros, decidimos bajar hasta el Manzanares el Real a tomarnos un último refrigerio, previo paso por el supermercado para aliviar nuestra sed. Nunca antes me había pasado de esperar la fila en la caja para pagar y habernos bebido casi la mitad de la botella....pero que nos quiten lo bailao, la sed apremiaba y el aquarius estaba tan fresquitoooo....

Y ya por fin nos sentamos en una terracita a tomar una cerveza. Lo de la cerveza es un decir, porque luego nadie se la tomó... Fue igual que esa misma mañana, cuando a las nueve dijimos "venga, vamos a tomarnos un café", y tres personas se piden un té verde...jajajaja cosas de las excursiones y de los excursionistas. El caso es que mientras Guillermo nos hablaba de la optimistología (corregidme si me equivoco) y de la forma de afrontar la búsqueda de trabajo, tres personas con bastones de montaña se nos acercaban. ¿Adivináis quiénes eran? Pues sí, las tres mujeres que dejamos en el Collado de las Vacas justo después de comer; las mismas mujeres habían hecho mucho más camino que nosotros y desde el Parque habían bajado hasta Manzanares andando. Desde luego que mi forma física está por los suelos.

¡¡Y colorín colorete, por la chimenea sale un cohete!!! Perdón, es que se acerca el momento de empezar un curso nuevo y ya se me empieza a notar en las venas. La excursión terminó en el barrio de Pane, con un frustrado intento de tomarnos un batido riquísimo de fresas y despidiéndonos para pensar en una nueva ruta.

Agradecer a Guillermo su incorporación a la excursión y al resto... ¡pues también! Siempre es un placer salir a la montaña y hablar de mil y una historias diferentes.

Os dejo el perfil y los datos de Wikiloc, como siempre...


lunes, 5 de mayo de 2014

Un día de emociones...

..Y que también rima con montones, por ejemplo... Ay, las emociones... Aly seguro que nos daría un buen máster sobre todo ello después de realizar un mega trabajo para la Universidad...
Pero el caso es que en la última ruta emociones vimos, y muchas... Y para muestra, un botón:


Sin embargo, no todo empieza ahí, en un bar del pueblo de Lozoya, sino en el famoso y cordial Hislibris Tabernae, recientemente cerrado y que nos provocó gran pena. Como siempre, nos dispusimos unos cuantos (los de la foto de arriba y un servidor que es el que toma la preciosa instantánea) a desafiar el viento helado que nos hacía presagiar que más de un contratiempo nos iba a acontecer en la ruta. Pane esta vez se portó bien y permitió que los que íbamos en el coche de Maca (que esta vez sí se lo llevó) no llegáramos con una hora de retraso. El caso es que cuando nos bajamos ya en el Puerto de Navafría, justo en el límite de las provincias de Madrid y Segovia, para plantearnos subir el pico de El Nevero, las orejas se nos empezaron a congelar de inmediato y todo hacía indicar que teníamos que darnos media vuelta y cancelar el plan. 

A todo esto Pane, que por si no os habéis dado cuenta también forma parte de los mortales, comenzó a tener frío, por lo que decidió disfrazar de no sé...algo raro...

Apenas se nota en su cara el viento que hacía, nada, jajaja....así es que ataviados con la escasa ropa de abrigo que teníamos y después de comprobar que el nivel de aceite del avión del hombre de amarillo no nos causase un mal mayor, unos osados ciclistas nos hicieron una foto para que constase en los annales del blog y así, partimos hasta el pueblo de Lozoya, de nuevo, para volver a desayunar (foto de las emociones de arriba)

















Emocionante estaba siendo sin duda nuestra pequeña aventura...algo de tristeza, frío, risas, frío, decepción, frío, mosqueo automovilístico, ¿ya he dicho frío?

Decidimos bajar a Lozoya y mientras degustamos un desayuno cargado (con palmeras de chocolate y una porción de tarta de queso), Pane tuvo la brillante idea de realizar una ruta que hizo con sus chicos de Menudos Corazones, una ruta de unos 14 km (ida y vuelta), que discurre por el Camino Natural del Valle del Lozoya. Como ya dije en una entrada anterior, Descubrimientos en Guadarrama, en cada nueva excursión algo nuevo nos embarga de...sí, eso, ¡emoción!

Nunca antes había recorrido estos parajes y desde luego que merece la pena dedicar tiempo a andar y contemplar, nada más. El camino que tomamos nace de un aparcamiento bien señalizado, casi en la entrada del pueblo, y la senda es bastante llana y ancha como para andar con tranquilidad mientras se contemplan fotos como la de la izquierda. 
Dicho camino está muy bien señalizado y discurre por el embalse de la Pinilla, muy conocido en la Comunidad de Madrid (que más tarde nos dimos cuenta que es navegable, pero no bañable).

El camino apenas nos creo trabas, pero sí nos dejo impresionantes fotos como las siguientes...




Poco a poco íbamos acumulando metros y metros, y kilómetros y kilómetros en nuestras piernas y decidimos parar en Alameda del Valle, un pueblo que contaba con otra sorpresa más, además de un ejército de vacas y toros...





En esta pradera de la izquierda decidimos parar a comer y tuvo lugar el I certamen de ensaladas campestres como bien anunciamos en nuestra página de Facebook. La verdad es que eso de ser jurado tiene su aquel porque siempre quieres contentar a todos, pero el veredicto era inapelable. Maca ofreció una ensalada de arroz bastante rica, sobre todo por su regustillo a ajo, que me encanta ,jajaja; Inés, una ensalada de remolacha, que no probé pero tenía buena pinta; Gema una ensalada de pasta con cangrejo y Pane una maxi ensalada (claro, con lo grande que es...) de pasta también pero con un toque algo especial. El resultado fue que Pane se llevó el primer concurso de ensaladas campestres y aunque Alicia y yo somos más de bocatas, al menos a mí ya me ha picado el gusanillo de cargar con un tupper repleto de hidratos de carbono bien cocinados. 

He de reconocer que  las que probé estaban todas ricas (seguro que la de Inés también lo estaba), así es que para la siguiente o bien hacemos el II certamen o pasamos a las tortillas de patata, como bien comentó Gema.

El premio de Pane fue un "masaje" que le dio Gema y que hizo las delicias de los demás que, tumbados boca arriba y tomando el sol, no dejábamos de reír (sobre todo Alicia).

El movimiento de las vacas y de algunos toros hacia donde estábamos y de la hora que era, nos hizo levantarnos y ponernos en marcha de nuevo hacia Lozoya, volviendo atrás sobre nuestros pasos. El camino, algo más pesado en sus últimos tramos, nos hizo descubrir la razón por la que el embalse de la Pinilla es navegable (varias piragüas y canoas nos dieron la razón) y justo enfrente un bar de lo más elegante y con música chill out nos dio el alto y decidimos que aquella era la mejor forma de acabar la ruta, con un buen refrigerio y, para sorpresa de varios, una gran cagarruta de pájaro que casi nos hace temblar a todos, sobre todo a Pane, que ya había pisado una moñiga reciente de vaca justo cuando nos volvíamos. 

El resto de la aventura fue de nuevo de preocupación porque el tapón del aceite del coche de Pane nos dio más de un quebradero de cabeza; el maldito no se movía ni queriendo. Un buen hombre nos dejó unos alicates y fue entonces cuando por fin se pudo echar aceite y despedirnos.

Esto no quedará así y en cuanto tengamos la oportunidad volveremos a compartir experiencias y emociones rodeados de naturaleza y, sobre todo, de grandes compañías. ¡Gracias una vez más a todos!

Os dejo abajo, como siempre, los datos guardados por Wikiloc....

viernes, 18 de abril de 2014

De copa a copa y tiro porque me toca

Nunca antes había experimentado una ruta por la montaña, en la que el intercambio de saludos cuando te cruzas con otros amigos de la naturaleza cambia radicalmente de un entrecortado "Hola", a un apasionado "Hala Madrid". Sí, amigos, qué valor subir a la sierra después de un buen resultado de fútbol, sobre todo para los madridistas, que nos crecemos enseguida jajaja; pero no veáis lo bien que sienta (sin ofender a otros que no comparten estos sentimientos futboleros, por supuesto).

La noche anterior a la excursión, como bien sabéis, comenzó bien para muchos merengues, viendo cómo se conquistaba un nuevo título...El día de la excursión ya empezaba a denotar buenas sensaciones.

Comenzamos a eso de las 9.00 de la mañana en nuestro punto de encuentro, del que nos enteramos luego que cerraría. Me refiero, como no, a Hislibris Tabernae, que nos dejará un hueco vacío, creo yo. En algo más de una hora, el coche de un servidor no es un avión sino un simple coche rojo, entrábamos en el Parque Regional de la Cuenca Alta del Manzanares y disfrutábamos de un relajado café, té verde con pan tumaca (celebrando no sé el qué jajaja) y no me acuerdo qué viandas más en el conocido bar del aparcamiento de Canto Cochino, que empezaba a atestarse de gente de todo tipo: niños que se iniciaban en la escalada, grupos de corredores, chicas bien arregladas que suponemos que íban a tomar el sol...y por supuesto excursionistas de todas las edades y tamaños (creo que a los perros también se les puede incluir en este último grupo).

Decidimos andar con las fuerzas recargadas un pelín tarde y con algo de miedo por si el sol de justicia que nos caía encima nos fuera a desgastar y aprovechamos la primera oportunidad para sacarnos una foto de esas que podrían decorar cualquier escritorio de ordenador.

La verdad es que es bonita y quedamos bien, salvo el pirata ese que se ha colado jajaja... Nada más atravesar el puente cogimos el camino que sale a la derecha y que nos lleva a una pradera espectacular para atravesar de nuevo otro puente de madera, esta vez más pequeño que el primero.

Justo ahí, decidimos subir por el camino que se nos abría enfrente y que entre pequeños arbustos, y demás vegetación característica de la zona, fuimos ascendiendo y ascendiendo, salvando un desnivel bastante interesante en poco más de 45 minutos. En este punto, cuando llegamos a una praderita bien simpática, descansamos para tomar aire, algunos cacahuetes y agua, ya que el sol empezaba a ser un poco molesto. 

He de recordar que la Pedriza es un sitio espectacular, pero en verano se convierte en un horno...Por eso es bueno plantear las excursiones en primavera o en otoño, cuando el calor, se supone, no es tan asfixiante.

En la primera pradera a la que llegamos nos detuvimos en sacar fotos de todos los sitios y puntos de vista diferentes.


Y tras recuperar el aliento, tomamos un camino ascendente que nacía a la izquierda y que nos llevó en una media hora más hasta la segunda pradera, desde donde se puede contemplar la inmensa mole de granito, salpicada de escaladores, que iba a ser nuestro principal objetivo. En esta segunda subida es importante saber que al poco de iniciarla hay una fuente, con agua limpia y fresca, ideal para recargar cantimploras.

La vista desde la base de El Yelmo es espectacular y merece la pena descansar, tomar aire y contemplar aquella maravilla de la naturaleza.

La ascensión hasta lo más alto de esta montaña ha de hacerse por un camino que sale desde la izquierda, bien señalizado y de fácil visibilidad. No es una subida muy larga, de hecho se me hizo bastante corta, hasta que llegas a la grieta de El Yelmo, famosa por su espectacularidad y cierta dificultad. Si hay suerte, es probable que encuentres poco tráfico de subida y bajada (sólo se puede hacer en una dirección), como fue nuestro caso. 

Es en estos momentos donde te ves como piojo en costura, apretado entre dos paredes de roca y donde te tienes que desenvolver con soltura para salvar el obstáculo. Algunos cometimos el error de subir con mochilas. Si son pequeñas y no pesan demasiado creo que es fácil de hacer; de lo contrario te puedes ver en más de un pequeño apuro. 




Maca se quedó abajo porque le fallaron las fuerzas en las piernas en el último momento; en cambio nosotros tres continuamos nuestra andadura como pequeñas lagartijas hasta que subimos al vértice, infestado por una nube asquerosa de mosquitos sedientos de sangre. Nos detuvimos un poco para hacer las fotos de rigor en el vértice y por los alrededores y decidimos bajar para no hacer esperar demasiado a nuestra compi de aventuras.

El camino de vuelta por la grieta también nos dejó algún pequeño susto, y un servidor comenzó a notar pinchazos en las piernas y en los brazos por el esfuerzo realizado. Aún quedaba casi la mitad de la excursión y convenía guardar fuerzas, así es que descendimos la pequeña pendiente para terminar comiendo en la pradera donde anteriormente estuvimos respirando. 

El galope de lo que parecían cien caballos al menos, y eso que sólo era un perro, nos tenía casi absortos, pero el hambre pudo más que aquella distracción perruna y tanto Pane, como Gema y como Maca degustaron sendas ensaladas de pasta y arroz, salvo yo, que soy feliz con mis bocatas de chorizo, paté y cacahuetes. Una siesta algo reparadora nos devolvió las fuerzas y continuamos nuestras andanzas bordeando todo el macizo de El Yelmo, atravesando por formas curiosas y peculiares de las rocas...

La foto de la derecha me recuerda a un elefante, pero será mejor que no me hagáis caso, jaja aunque el mal de altura no nos hizo demasiada mella, y no sé por qué, mi imaginación puede hacer que lo que parezca un elefante sea cualquier cosa menos eso.

El camino de bajada se hizo suave y, a pesar de llevar las piernas cargadas, un buen ritmo de descenso nos llevó a contemplar el bautizado como Brutalpoint, debido a la espectacularidad del paisaje y del color de las rocas. En más de una ocasión me sentí como si fuera un pequeño hobbit, con miedo a que algún orco pudiera sorprendernos, oculto entre las rocas.



En poco tiempo llegamos hasta el Collado de la Silla o de la Dehesilla, y desde ahí en poco más de una hora llegamos hasta el aparcamiento, bajando por un sendero que se nos hizo un poco largo, con el sol golpeándonos en la cabeza y siguiendo el margen del río, sí, el río Manzanares, el mismo que cruza Madrid.

En esta bajada empezaron a ocurrir cosas impensables y todas seguidas. El cansancio y el calor ya empezaba a pasar factura y después de llegar a El Tolmo (foto de la izquierda), pasó lo que nunca debería pasar.

A la altura del refugio Giner de los Ríos hay una fuente. Nos paramos a tomar agua y a refrescarnos y cuando Pane se lavó la cara y se dispuso a ir al baño, el resto nos fuimos... No caí en la cuenta en que Pane tardaría mucho en alcanzarnos, ya que es un tipo todoterreno y avanza rápido y sin cansarse (a veces pienso que es un robot)... El caso es que tardó demasiado y ninguno tenía cobertura en los móviles, lo que me recordó en hacerme con un par de walkies como los que usamos en La impermeabilidad es un mito, por cortesía de Rubén, así como una mega batería de esas que puedes tirar de ella para asegurar. Cuando llegamos al punto final de la ruta, Pane seguía sin aparecer y me temí lo peor, porque yo ya me había caído antes en un descuido, así es que fui en busca de cobertura y como no la encontré, al regresar me topé con él. El muy jodío se había parado a hablar con un amigo, con una familia, con un extranjero con gorra de Australia que parece ser que le preguntaba lo mismo a todo aquel con el que se cruzaba, y además...¡se dio un remojón en el río!

Terminamos estirando (si, yo estiré, al menos una milésima parte de lo que hizo Pane), después de tomarnos un último refrigerio y nos marchamos cansados, contentos y felices después de saber que el esfuerzo había merecido la pena.

Sin más decir que siempre es un placer vivir estas aventuras y reírnos de todo. Gracias a los tres por participar en esta mega excursión...Y para variar, os dejo los datos y el perfil guardados en wikiloc...

martes, 18 de febrero de 2014

La impermeabilidad es un mito

Dado que a todos (o al menos a mí sí, jaja), nos gusta llevar prendas y artilugios impermeables a nuestras excursiones y aventuras, en esta entrada, y aprovechando la crónica de la última ruta, me voy a dedicar a desmontar todo el mito que acontece sobre si ciertas marcas deportivas certifican al 100% , y bajo todo efecto, la impermeabilidad de sus productos.

Mientras medio Madrid se levantaba algo perezoso por la lluvia y el mal tiempo, algunos descerebrados nos fuimos a estirar las piernas a nuestra querida sierra madrileña: al Valle de la Fuenfría. Es verdad que la mañana estaba algo desapacible, pero quedar a las puertas de Hislibris Tabernae ya hace que te sientas algo mejor.
El viaje en el "avión" de Pane se nos hizo corto, como siempre, y en poco menos de una hora degustábamos un delicioso desayuno en Casa Cirilo, el mítico bar del aparcamiento de Las Dehesas...


Ahí estábamos todos: Ricardo, al que aprovecho para darle la bienvenida al blog y al mini grupo de locos de las rutas, Pane, Aly, Rubén, Nuria, también bienvenida, Maca y un servidor, aguantando la sonrisa sin hacer caso a la nieve y el pequeño frío que nos daba los buenos días.

Seguimos echando de menos a Jose, ya que el pobre aún sigue convaleciente de su maltrecha rodilla, y esperamos que se una pronto en nuestras excursiones.

Una vez que recobramos fuerzas y nos despertamos del medio madrugón, comenzamos a andar de manera suave por el bonito camino de la Calzada Romana, y justo antes de atravesar la primera cancela, el gorro de Aly (foto de la derecha) nos llevó a la que creo que fue la primera discusión sobre lo impermeable... He de decir que solamente subiré una foto, ya que la otra es mejor no darla a conocer por miedo a que el ordenador explote...

Ese gorrito de lana, que tiene toda la pinta de ser de lo más calentito, y el pequeño río por el que tuvimos que continuar; río que en verano es un maldito camino de piedras infestadas de orcos, hadas y toda clase de bichos vivientes, pusieron a prueba todas las prendas que llevábamos puestas, sobre todo en los pies...

Posiblemente no se aprecie, pero en las siguientes dos fotos no andamos sobre tierra, sino sobre un río, producto del deshielo de la nieve...



La ruta continuaba mientras esquivábamos el río, pisabamos la nieve y comprobábamos como algunos ya no teníamos los pies calentitos... otros en cambio podían gritar ¡hurra! gracias al Gore-Tex de sus botas. El caso es que decidimos hacer una pequeña parada en uno de los puentes, también llamado Puente de Enmedio, porque claro, está en el medio....Y así poder disfrutar de las vistas que nos ofrecía el paisaje y de lo torpes que somos algunos al ponernos las polainas o guetres....



El resto de la subida, y por tanto lo más difícil, se hizo palpable cuando nuestro aliento casi no daba para más después del esfuerzo que nos suponía liberarnos de la tan bonita nieve. En poco tiempo, conseguimos coronar el puerto de la Fuenfría, y para no quedarnos demasiado fríos, continuamos nuestro camino hacia la izquierda, rumbo al Mirador de la Reina, desde donde Rubén nos obsequió con esta espectacular panorámica:

El camino se hacía algo pesado y en algún momento echamos de menos las raquetas de nieve, ya que en ciertos tramos era complicado andar e incluso mantenerse de pie. La mayoría de nosotros optó por tumbarse y disfrutar un poquito como enanos...



El camino llegaba a su fin con el Mirador de los Poetas, donde a pesar de contemplar un cierto contraste en los colores de las vistas, decidimos dejar nuestro sello en los cuadernos y libros que cualquiera puede escribir.



Antes de todo eso, Pane ya nos deleitó con su peculiar hábito de escalar cualquier tipo de piedra, vértice, mojón, o lo que se ponga por delante, y nos dejó algunas instantáneas dignas de mencionar. Seguro que de aquí a nada le ponen una estatua y todo.






Descendimos nuestro camino hacia el lugar desde el que habíamos partido, por un camino de puntos rojos que discurre desde el margen izquierdo de la ruta. A partir de ahí, la bajada fue más que graciosa, dejándonos arrastrar y deslizar. En este momento, Rubén sacó su arma definitiva, unos potentes walkies, con los que nos estuvimos entreteniendo buena parte del final. Y como no podía ser de otra forma, una bonita foto, en un puente poco seguro daba casi el carpetazo final a nuestra excursión, que cerramos con un buen chocolate y unos menos buenos churros en el Puerto de Navacerrada.




Una vez más, y como siempre, daros las gracias por las risas, la gran compañía y los buenos momentos...

Os dejo los perfiles y los datos guardados por Wikiloc. Esta vez son dos imágenes, ya que el móvil dejó de grabar porque le dio la gana a mitad de camino...menos mal que lo pude rescatar.


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